100% Villero

Carlos-Tevez-en-la-Juventus-UEFA-Europa-LeagueEl barrio se llama Ejercito de los Andes, pero todos los conocen como “Fuerte Apache”. Es allí en donde, a finales de la década del 60’, el gobierno argentino decidió esconder los sobrantes de su sociedad, que manchaban de “pueblo” y “sangre morocha y obrera” a la señorial y europea Buenos Aires. Es allí en donde los difíciles 90’ argentinos, con su plata fácil, su cocaína barata y sus recetas neoliberales golpearon a los pobres hasta dejarlos de rodillas. Es allí donde Carlos Tevez comenzó a escribir su historia.
Allí, en donde hoy conviven los trabajadores pobres y honestos con las bandas del narcotráfico, Tevez creció como muchos otros chicos de su edad: jugando por plata a la pelota en los torneos barriales. En esos campeonatos, en donde se juega a “muerte” y la valentía es sinónimo de aguantar patadas, el “apache” entendió pronto que el talento y el sacrificio no tiene por que ir en veredas opuestas.
Si su suerte no hubiese sido otra, si en sus pies no hubiese estado escondida la magia de los miles de pibes que quisieron eludir a la pobreza con la pelota bajo la zurda, quizás hoy no estaríamos escribiendo sobre él.
Cuando hablamos de Tevez y su pasado todos, invariablemente, comentan el accidente hogareño que, a los 10 años, le dejó esas quemaduras en el cuerpo. Lo que quizás muchos no sepan es que el “Apache” pasó gran parte de su primera adolescencia rodeado de malas compañías: muchos de sus amigos formaban parte de una pandilla conocida como “Los Backstreet”. En su momento, el propio Tevez declaró que, de no haber sido por el futbol, seguro hubiese terminado como su mejor amigo, Cabañas, el cual se suicidó al verse rodeado por la policía.
Tevez tuvo la suerte de poder escapar de ese contexto, de poder hacerse un nombre en el mundo del futbol, de ganar (casi) todo lo que puede aspirar a ganar un futbolista profesional, pero nunca se olvido de quien era.
Es cierto que el “mundo Boca” lo mareo en sus primeros años. También es verdad que en Europa a veces le fue difícil congeniar sus entrenadores, pero el “Apache” siempre tuvo claro quien era, de donde venia. Sus cicatrices son las condecoraciones de una infancia difícil, de carencias, pero que a la larga forjaron su espíritu.