Le estamos dando el último adiós al año y con él al Apertura 2017, que nos dejó toda clase de alegrías, sinsabores, goleadores y fracasos enormes. Como una forma de cierre, repasemos lo mejor y lo peor que vimos durante el semestre del futbol mexicano.
Lo bueno
Poder regio
De entrada, hay que resaltar el nivel superior del fútbol regio. Independientemente del resultado de la final, no cabe duda que el tema candente fue el nivel superior tanto de Raydos como Tigres, demostrando que se puede tener continuidad a pesar del formato tan incómodo que resultan los torneos cortos con Liguilla. Sin duda, es un premio a la estabilidad, a tener directivas serias y claro, a inyectarle capital económico y más importante aún, gastarlo con inteligencia. Mención honorífica para los clubes de Monterrey.
¡Delanterazos!
Otro aspecto que disfruté en lo personal, es el hecho de haber visto delanteros espectaculares, de hecho no recuerdo en el pasado reciente haber tenido esa pleyade de ofensores de primer nivel. Por un lado teníamos a Mauro Boselli rompiendo récords con el León, a Avilés Hurtado que sin importar que cambie de club su apellido es sinónimo de goles; también el regreso triunfal de Enner Valencia que sigue siendo el terror de las defensivas, y qué decir de la consolidación de Rogelio Funes Mori, que se cansó de anotar en torneo regular y Liguilla. Privilegiados somos de disfrutarlos.
Ferretti por siempre
Para terminar, no puedo dejar de lado lo hecho por Ferretti, quien es, al menos bajo la visión de este que les escribe, el mejor y más carismático técnico que ha visto nuestra liga en su historia. Con un montón de finales disputadas, títulos y títulos, es más, hasa se dio el lujo de dirigir exitosamente al TRI y dejarlo ir con toda tranquilidad; es un genio y figura. El jamás despedido volverá a sonreír esta navidad -sí sonríe aunque no parezca- con un título bajo el brazo. No cabe duda que diciembre le sienta bien al querido Tuca. Me quito el sombrero.
Lo malo
Mala calendarizaciòn
No puede faltar el tema de costumbre, la pésima calendarización de nuestro torneo. Es cierto que ahora sí hubo motivos de peso para retrasar un par de jornadas, y me refiero al sismo ocurrido en la Ciudad de México en septiembre, pero tristemente, con o sin sismo, el cierre del año siempre termina siendo un caos, ¿o ya se nos olvidó que hace año a estas alturas aún no teníamos campeón? Y lo mismo hubiera sucedido si el Pachuca no hubiera tenido un torneo para el olvido; ahora resulta que hay que rezar porque el Campeón de CONCACAF tenga un pésimo semestre para poder terminar el calendario como debe ser, antes de las vacaciones.
Pero tampoco nos salvamos de todo, ya que la próxima semana se juega la final de Copa, partido que de poco le sirve a los equipos que la están disputando y que interrumpe el tiempo de descanso de los futbolistas.
Mientras no se ordene el calendario de la Copa y el del mentado Apertura, seguiremos teniendo cierres de año sobresaturados de partidos, y la verdad, no le veo mucha intención a la Liga de componer esto.
Invasión extranjera
El otro aspecto preocupante se veía venir desde lejos, y es el aumento desmedido de extranjeros. Esa polémica decisión ha provocado que haya equipos que ni siquiera tuvieron anotadores mexicanos, esto ya es la Champions League región 4, donde clubes que «representan» a un país, ya ni siquiera tienen jugadores de esa nacionalidad, y pues tal parece que ya vamos muy avanzados con ello. Tan sólo basta con echar un vistazo en la tabla de goleadores para toparnos sólo con Víctor Guzmán como anotador mexicano. Y ya sé que esta tabla la aplaudí líneas arriba, pero sería más emocionante que los extranjeros lucharan codo a codo con los mexicanos como sucedía en otras épocas.
La triste realidad es que el aumento de extranjeros está planeado para beneficio de terceros, que traen jugadores de segunda clase en cantidades industriales, haciéndole un daño tremendo a su otro negocio, la Selección Nacional. Y lo peor es que está lejos de resolverse, al contrario, algunos directivos ya piden que ni siquiera haya límite de extranjeros. ¡Por dios!