(Photo by Ashley Allen/Getty Images)


El cierre de la CONCACAF fue una verdadera ruleta rusa, con goles fantasma, invasiones de cancha y toda esa clase de cosas «peculiares» que nos demuestran la poca seriedad que se maneja en la zona. Al final, tenemos el dominio centroamericano por encima de «los de siempre» en una jornada histórica.
Después de toda la revolución, el equipo ejecutado fue la Seleccion de Estados Unidos, quienes el viernes pasado parecía que salían de la crisis y que terminaron por hundirse en su viaje a las islas de Trinidad y Tobago. Veamos a qué se debió el fracaso «gringo» que los deja sin su octava Copa del Mundo consecutiva.

Proceso erróneo

El proceso de Jürgen Klinsmann alcanzó su máximo en la Copa del Mundo de 2014, el cual tampoco fue nada luminoso, sólo se cumplió y ya. A partir de ahí, fue fracaso tras fracaso, y el primer «warning» fue aquella Copa Oro desastroza donde no llegaron a la final. Si Estados Unidos hubiera dado un golpe en la mesa a tiempo, hoy no estarían lamentándose por quedar fuera y que el «bomberazo» no haya servido.
Aquí se ve la forma tan distinta en que funciona el futbolista estadounidense, habituado a un esquema rígido y estructurado, el cual no se implanta de un día para otro como se quizo hacer, por eso mismo vimos una Selección tan poco constante desde que Bruce Arena tomó el cargo, nada que ver con equipos como el mexicano, que pasa más por lo emocional que por lo táctico, y por eso les funciona el cambiar de entrenador en momentos de crisis.

Generación limitada

Otro aspecto que ha generado este retroceso es la nula creación de talento nuevo. Los Donovan, Dempsey, Bradley son irreemplazables, y no se espera que haya otra camada similar, pero sí que al menos estén un escalón por debajo y que de menos parezca que explotarán a corto y mediano plazo. Hoy vemos al pobre Christian Pulisic ahogarse solo rodeado de jugadores promedio, en espera de que el juvenil cargue a cuestas a todo un equipo, lo cual de vez en cuando pasa y culmina en actuaciones como la del viernes.
Si bien la derrota calará poco en esta nación, a puertas adentro deberá ser una dura lección para una Federación que estaba haciendo bien las cosas pero que en los últimos cuatro años podría escribir un libro sobre cómo echar a la borda un proyecto. Es momento de que Sunil Gulati y compañía retomen viejos conceptos y dejen de improvisar. La mejor carta de Estados Unidos siempre fue el tener procesos sólidos y concatenados, así que les toca volver a ello.