Para crecer hay que tener autocrítica, aprender de los errores y trabajar para corregirlos.
Ya pasó más de un día después de la cruel derrota de México ante Holanda. Culminada la pesadilla no lo podía creer, sufrí, lloré y me resistía a pensar que era realidad. Al igual que tú, en un principio culpé al árbitro y le grité de todo a Arjen Robben. Ahora, con la cabeza fría, puedo afirmar que estos personajes son los menos responsables de la eliminación del Tri.
Sí es penal de Rafael Márquez. Dudoso y polémico, pero me parece que hay argumentos para sancionarlo. El defensa mexicano alcanza a pisar el pie del holandés, que si bien exagera demasiado en la caída, vende muy bien la entrada tardía del capitán del Tricolor.
Aclarando lo anterior, el árbitro no se equivocó en esa jugada. Sí erró al no amonestar a Robben en un clavado previamente y que pudo condicionar su accionar en la cancha; y, si nos vemos exigentes, pudo sancionar una infracción por juego peligroso sobre Héctor Herrera dentro del área de Cillessen. Pero también es importante mencionar que nos perdonó en la última jugada del primer tiempo en la que tanto Márquez como Moreno le pegan a Arjen.
Además, siempre he pensado que el arbitraje siempre es una incógnita, a veces es un aliado y en otras tantas un enemigo, por lo que siempre se debe trabajar sabiendo que jugarás contra «12», tal cómo lo supo hacer México ante Camerún y Croacia.
Dedicarte a cuidar por más de 30 minutos un resultado de 1-0 es casi un suicidio futbolístico, y más cuando tienes a Holanda -la mejor ofensiva del Mundial Brasil 2014- enfrente, ya que te deja expuesto a que te empaten o te den la vuelta gracias a un error arbitral, a una desconcentración o una genialidad del rival.
Cada uno tiene su perspectiva sobre estas mencionadas jugadas, pero de ninguna forma debemos culpar al árbitro o a Robben por nuestra derrota. Si queremos algún día ser mejores, debemos reconocer que los propios errores fueron las principales razones para, una vez más, no llegar al ansiado quinto partido.