Dicen que el cielo de Madrid tiene un color especial. Puede ser; las nubes se tintan, cada tarde, de rosa y morado. Pero los madrileños, los que estamos acostumbrados a acostarnos todas las noches bajo ese cielo de cuento, no nos damos cuenta de su verdadera belleza.
Lo mismo sucede con el fútbol. Nos hemos acostumbrado a pensar que tanta calidad concentrada en una ciudad es normal. Pero lo que está sucediendo este año con los equipos de la capital española no es normal. Que dos equipos vecinos peleen por la Liga y la Copa del Rey no es normal. Y que la final de la Champions se convierta en un derby no es normal. De hecho, es tan anormal, que nunca antes había sucedido en la historia.
El fútbol madrileño está de gala. Y no es para menos. La fuerza del Atleti y la potencia del Real han conquistado a los medios internacionales. Y a una servidora. No hay un periódico, una tertulia o una cadena de televisión que no mencione la épica del Cholo o la elegancia de Ancelotti. Y, las calles de Madrid no iban a ser menos. «Ya os ganamos el año pasado la Copa, este año repetimos» amenazan unos; «Somos los Reyes de Europa, tenemos experiencia; ya hemos ganado nueve copas» responden otros. Y Madrid se ve envuelta entre preparativos e ilusiones.
La magia de la Champions ha conseguido que los que ayer eran vecinos sean hoy rivales. Y rivales de los grandes, de esos que luchan por la gloria europea. Y déjenme que les cuente un secreto: hay algo de lo que los madrileños se enorgullecen más que de su cielo: y eso es su fútbol.
Nunca había habido tantos aficionados que lucieran, orgullosos, sus camisetas por las calles de la capital. Madrid huele a Champions. Todas las conversaciones se centran en el mismo tema: fútbol, fútbol y fútbol. Y si alguien se aburre, más fútbol. Porque Madrid es la primera ciudad en la historia que coloca a dos de sus equipos en la final de la Champions. Y ¡qué equipos! Y ¡qué final! ¡Qué Champions!
503,07 kilómetros separan Madrid de Lisboa. Pero hoy se verán reducidos a unos pocos gritos. Porque aunque el partido se juegue en Portugal, las emociones se sentirán en Madrid. Dos pantallas gigantes retransmitirán el encuentro: una en el Santiago Bernabéu, y la otra en el Vicente Calderón. Se prevé llenó total en ambos estadios. Un partido sin jugadores, pero con la mejor afición.
Pero no solo en los templos futbolísticos se vivirá el encuentro… Es un partido del que será imposible aislarse. Los bloques de edificios están divididos. Las banderas de ambos equipos ya ondean en los balcones de las casas Madrileñas. Incluso las familias están repartidas. Definitivamente, este fin de semana no habrá mejor escenario para ser amante de este deporte que Madrid.
Y, una vez que se termine el partido, cuando ya tengamos un flamante ganador… La fiesta se trasladará a las calles de la ciudad. Los madridistas visitarán a su Diosa Cibeles, y los Atléticos a Neptuno. Curiosidades del destino, ambas fuentes están separadas por tan solo 500 metros. 500 metros que separarán la gloria del campeón y la total decepción del derrotado. Tan cerca, y tan lejos.
Lo que hace que un derby sea derby es que no te puedes escapar del resultado. O el éxito absoluto, o el fracaso más rotundo. Y todo se decidirá en noventa minutos.
Hay un dicho por pulsar madrileño que reza: «De Madrid al Cielo». Hoy muchos madrileños tocarán el cielo con sus dedos. Los otros tendrán que conformarse con ver cómo sus rivales celebran el triunfo en las calles de su propia ciudad.
Suerte a los dos equipos, y que gane el mejor.