No cabe duda que el banquillo del TRI es el lugar más polémico en el deporte mexicano, el lugar donde todas las miradas están situadas y en el que aquel que lo ocupe será encumbrado y sacrificado en cuestión de semanas.
Conforme la Selección Nacional se ha ido volviendo un producto de la mercadotecnia más que un equipo exitoso deportivamente, dicho puesto acumula tanta presión que incluso las mentes más sanas podrían perder la cordura, y si a eso le agregamos Técnicos explosivos que por una u otra razón terminan sentándose ahí, la mezcla es dinamita pura.
Repasemos un poco el pasado reciente del banquillo de la Selección, intentando encontrar el cómo dirigir al TRI sin enloquecer en el intento.
La Volpe siempre sencillo
El argentino llegó a la Selección en su mejor momento como entrenador, lleno de triunfos y con un postulado de juego atractivo. A su llegada prometió calificar al Mundial caminando y lo hizo.
Como dice el título, La Volpe no es precisamente un alma que derroche sencillez, lo cual, en muchas ocasiones provocó enfrentamientos con la prensa por supuesto con los jugadores, en especial con «escandalitos» como el de Carmona y Galindo en Confederaciones, donde se ocultó el dopaje de éstos, lo cual comenzó a minar el clima rumbo a Alemania 2006.
Si bien no hubo un exabrupto tan marcado, para el inicio del Mundial ya había mucha tensión con la no convocatoria de Cuauhtémoc Blanco por temas personales, el llamado polémico de su yerno Rafael García, y cierto sector de la prensa que le daba con todo. La suma de esto terminó con un Ricardo Antonio cansado, que contestaba mal en las conferencias de prensa y se sentía atacado por cada comentario.
Aguirre el bombero desmotivado
EL proceso rumbo a Sudáfrica fue muuuy cansado, con los experimentos de Sven Goran que casi dejan a la Selección fuera, y teniendo que sacar del closet a un rescatador como Javier Aguirre, quien a leguas se veía no quería regresar a experimentar lo que vivió en el 2002.
Con una pésima actitud desde la recta final del Hexagonal, pateando jugadores rivales -literal-, con caras extrañas a la prensa y con la gorra baja demostrando su desinterés, Aguirre cumplió con llevar a la Selección al mundial africano, pero no se liberó de perder la cordura en el intento.
Qué mayor síntoma que llamar a sus «cuates» como Oscar Pérez o Adolfo Bautista, que ya ni estaban en buena forma y que ocuparon puestos de jugadores mejor ubicados.
Herrera el boxeador
Explosivo desde que se ponía los pantaloncillos de futbolista, y qué esperar cuando se sentara en el banco más «picante» de nuestro fútbol.
Si bien la llegada fue llena de sonrisas y apadrinada por Emilio Azcárraga (como casi todas las contrataciones en el TRI), con lo cercano al Mundial no hubo tiempo de que la relación se desgastara, pero lo inevitable llegó, Herrera fue sacando el monstruo que conocemos, y en el verano del 2015 hizo todo para que lo echaran, y así pasó, culminando con la agresión física de un periodista.
¿Osorio ya enloqueció?
Me parece que estamos ante un caso extraordinario, y no es que quiera decir que el «Profe Osorio» ya llegó loco, pero sí es una realidad que sus métodos y formas de ver el fútbol están en un punto a la mitad de la cordura y la irracionalidad.
Eso sí, la pulcritud de Osorio ya se perdió, lo vimos colapsar tras la goleada histórica en Copa América Centenario, y peor aún con la estresante Confederaciones del verano pasado, donde agredió verbalmente al cuerpo técnico de Nueva Zelanda, a aquel famoso «señor sin cabello».
Me parece que es cuestión de tiempo para que pierda más los estribos, sólo habrá que esperar el momento de mayor tensión. Ya tenemos dos avisos previos de que no maneja muy bien la presión, y el Mundial de Rusia será estrés al 1000%. Habrá que sentarse a ver cómo se desploma el buen Osorio -mentalmente hablando-.
¿Por qué pasa?
Como decía, la Selección es más que un equipo, y no es que quiera sonar hincha, me refiero a la cuestión comercial. El TRI mueve demasiado dinero, demasiadas marcas, y una bola de compromisos comerciales que además de la presión de la prensa y aficionados, crean un caldo de cultivo que es capaz de afectar hasta al más sereno.
Si nos detenemos a la historia, prácticamente todos los entrenadores han tenido su momento de quiebre, cada uno a su manera, unos más llamativos que otros, pero sin duda, la Selección Nacional es una fábrica de reventar Directores Técnicos.
Con base en lo anterior, me atrevo a decir que mientras haya tanto en juego, esa seguirá siendo la silla maldita para el que se siente en ella. Si me preguntan, «prefiero ser barrendero a ser Técnico Nacional».