Talento alrededor
No es un secreto, un QB no gana campeonatos solo. Tal vez por ahí Joe Montana tuvo una temporada en la que definitivamente él era el principio y fin del éxito de los 49ers, pero hasta otro grande como Terry Bradshaw tenía la “Cortina de acero” de su lado.
En ese sentido, Wilson ha tenido la suerte de estar arropado por un gran entrenador y por una defensiva que gana campeonatos. La llamada “Legión del Boom” y la defensa en general fueron clave tanto en la final de Conferencia de la NFC contra San Francisco, como para conquistar su primer Super Bowl frente a los Broncos de Denver. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que ofensivamente Seattle no es de lo mejor la liga, y ahí es donde podemos ver que Wilson no es un QB cualquiera.
Si bien en sus primeras temporadas con Seahawks sí tuvo jugadores de peso como Sidney Rice o Golden Tate, esta temporada su gran apoyo consistía en Marshawn Lynch, y a sabiendas de que obviamente no puedes depender por completo de La Bestia, Wilson hizo lo que pudo con lo que tuvo, y lo hizo bien. Jugadores como Luke Willson y Ricardo Lockette no hubieran brillado tan rápidamente en otros equipos. Mucho menos con un QB joven. Y la historia de la NFL ofrece muchas pruebas al respecto. Desde QB’s promedio cuyas carreras despegaron sólo hasta que estuvieron arropados por un equipo completo, como Trent Dilfer en Cuervos, hasta otros a los que les costó mucho tiempo madurar para por fin ser líderes. Carson Palmer como ejemplo reciente. Palmer tuvo grandes receptores en Cincinnati y nunca pudo dar el siguiente paso. Y si bien en Arizona hay talento, la verdad es que se tardó en aprovechar lo que tenía a su alrededor.
En resumen, Wilson cayó, como dicen, “en blandito”, pero estuvo a la altura de lo que se requería de él. Y lo hizo como novato. ¿Alguien se imaginaba a Matt Flynn o Tarvaris Jackson comandando a este equipo, con todo y su gran defensa, a dos Super Bowls consecutivos? Yo no.