Parece que fue ayer, cuando el número 8 de la selección mexicana sub 17 en el Mundial de Perú 2005 me dejó boquiabierto. Su nivel de juego era impresionante, sus cambios de ritmo sobresalientes y su toque de balón era majestuoso. En esa época sólo sabía que era el hijo de Zizinho y que se lo habían llevado al Barcelona.
Todavía me acuerdo que durante esa Copa del Mundo sub 17 todos lo comparaban con Ronaldinho. Pintaba para ser el próximo 10 del Barcelona, el próximo crack mundial y lo mejor de todo… era mexicano.
