En América todo es paz

Unos pensaban que Miguel Herrera traía la varita mágica y solucionaría todo con su simple presencia, otros pensábamos que tomaría tiempo y así parecía al inicio de este Apertura 2017, donde perdieron la Supercopa esa que se inventó la liga ante Querétaro y el tropiezo en su debut en el Azteca ante los mismos Gallos. Desde entonces, el equipo se transformó en otro, y hasta la fecha no ha dejado de conseguir triunfos, algunos más espectaculares que otros, pero el equipo capitalino ha sabido imponerse, no por magia, sino por el gran trabajo del «piojo».

A la distancia se nota que el ambiente ha cambiado, ya sin «los higaditos» de Peláez y La Volpe, los campos de Coapa son otra cosa, con un Herrera que sabe implantar un gran ambiente cuando no hay partido pero que a la hora de implantar la táctica hace que los engranes funcionen y le saca provecho a jugadores que parecían ya haber cumplido su ciclo, como es el caso de Darwin Quintero, quien fue maltratado el invierno pasado y que se mantuvo en el club más porque nadie pagó su alto precio que por otra cosa, y ahora nuevamente ha retomado protagonismo en el equipo. Y qué decir de gente como Domínguez que ahora ha cobrado el rol para el que se le trajo, el de un líder y el de aquel que marca diferencia.