La consigna es clara: Chivas está en crisis. El llamado “crédito” que tenía Matías Almeyda ya se le agotó, pues aquel cuestionado campeonato está convirtiéndose en un recuerdo ya.
¿A qué se debe esta mediocridad en el cuadro rojiblanco? La opinión unánime es que el equipo juega bien, pero aun así pierde. ¿Matías Almeyda es responsable de esta debacle?
Hay tres frentes donde se puede analizar el problema: la directiva, el cuerpo técnico y los jugadores. ¿Han cumplido cada quien con su parte o todos comparten culpa? Analicemos.

Mala gestión de su plantilla: restar en lugar de sumar

Desde que Santander le permitió a Chivas terminar la final sin que Tigres cobrara un penal, la administración se ha encargado de debilitar la plantilla.
Se deshicieron de “El Avión” Calderón, “El Gallito Vázquez” (el mejor jugador mexicano en su posición) y Carlos Fierro, jugadores clave en aquella final.
¿A quién trajeron un torneo después? A nadie. ¿Resultado? Un estrepitoso fracaso en el Apertura 2017. Es entonces cuando Matías Almeyda se da cuenta que necesita refuerzos.
Jorge Vergara dijo que la llegada de José Luis Higuera ha significado una poderosa carta de negociación, pues antes no les vendían jugadores y ahora sí. ¿Es esto verdad?
Henry Martin es la prueba de que Chivas ya no tiene atractivo para los jugadores mexicanos. América brilló más a ojos del delantero mexicano, hoy seleccionado nacional.
Si el equipo de Jorge Vergara ya ni siquiera es capaz de conseguir jugadores medianos (porque Henry Martin todavía lo es), ¿de qué sirve tener ahí a José Luis Higuera?
Gran parte de la crisis actual de Chivas se debe a la nula capacidad de conseguir refuerzos que de verdad aporten soluciones a los problemas del equipo, por ejemplo, la falta de gol.

Almeyda quiere pero no puede

“Decir que estamos a la par de cualquier equipo es mentirle a la gente”, dijo con toda razón y apreciada franqueza el Pastor (con mayúscula) Almeyda a mediados de enero.
Comenzó a lanzar dardos a la directiva: “los demás están reforzados mejor que nosotros”, sentenció. Desde la segunda semana de enero, “El Pelado” ya anticipaba la crisis que hoy sufren los rojiblancos.
Queda claro que Matías Almeyda hace su trabajo; prueba de eso es el funcionamiento del equipo: su posesión de balón es el segundo más alto de la Liga MX, sólo abajo de Tigres.
Además es el tercer equipo con más toques en el campo; el problema es la contundencia, algo que Almeyda no puede brindar si la directiva carece de la capacidad de traer jugadores.

¿De qué es culpable Almeyda?

Sólo hay un señalamiento contra Almeyda: fracturó el vestidor. El caso Alanís significó un triste pasaje donde el Pastor se transformó en un vulgar vocero de Higuera/Vergara (el poder, pues).
Oswaldo Alanís negó las condiciones que Chivas le ofrecía para una extensión de contrato. El problema fue que muchos jugadores, a diferencia de Alanís, sí aceptaron las condiciones.
¿Qué consecuencias pudo tener esto al interior del equipo? Muchos jugadores pudieron pensar: “¿por qué acepté lo que no quería?, le hubiera hecho como Alanís”.
Para Chivas era muy importante sentar un precedente de que nadie iba estar por encima de la directiva, por eso Alanís fue relegado; pero la presión mediática pudo más.
En ese contexto salió Almeyda diciendo (¿o lo hicieron decir?) que los equipos no usan a un jugador con seis meses de contrato (ridículo).
Almeyda dio su brazo a torcer y quedó como el malo de la película, él mismo lo aceptó; ahora reconoce que él sí quería contar con Alanís.
La mala imagen que permeó a la institución los obligó a poner en la banca a Oswaldo. Pero el daño está hecho: el equipo sabe que tiene poder y puede generar incomodidad si no les cumplen las condiciones.

La apatía de los jugadores

Con este antecedente, no es de sorprender que exista una profunda apatía al interior del equipo. No sólo es la falta de refuerzos, el problema es también el flaco ímpetu del actual plantel.
Los jugadores que hoy tiene Chivas han mostrado una clara indiferencia al momento de ponerse la playera, como si les diera igual ganar o perder.
Muestra de eso es el segundo gol que recibieron en el juego contra Puebla, donde los defensas simplemente se quedaron viendo cómo rebotaba el balón en el poste.
Esta apatía es un resultado colateral del Caso Alanís; una reacción por la mala gestión directiva de Chivas y el síntoma de dejar ir jugadores de manera irresponsable.

¿Qué es lo peor que podría pasar?

Los problemas se reducen a tres: destruir irresponsablemente la plantilla (restar en lugar de sumar); incapacidad de conseguir jugadores verdaderamente efectivos (no promesas a futuro) y una mala gestión directiva (que fracturó el vestidor).
Dice Matías que la presión es cuando “un padre no le puede dar un plato de comida a su hijo”. Totalmente de acuerdo, por eso esta crisis divierte mucho a este redactor.
Porque no importa cuántos goles reciban, no importa cuántas derrotas acumulen, no importa cuán mediocre sean sus resultados, seguirán ganando más dinero que el promedio de la población mexicana (porque Chivas juega con puros mexicanos, ¿no?).
Si los jugadores de Chivas siempre van a tener comida en su mesa, ¿cuál es el problema? Ninguno. Ellos mismos lo saben.
Qué glorioso sería que Chivas femenil (con cuatro victorias en cinco partidos; 12 goles a favor y cuatro en contra) intercambiara salario con Chivas masculino (con una victoria en cinco cotejos, seis goles a favor y nueve en contra). Eso sería un digno acto de justicia.
Al final, la conclusion a la que llego es que «El Pastor de Pastores» Almeyda no es el culpable; Chivas no debe correrlo, sería un error más a los ya cometidos. Veremos si terminan tomando la salida fácil…