Inicia en Chivas una debacle que este redactor vaticinó con mucho temor semanas atrás. Una serie de circunstancias están dando como resultado el desmantelamiento del mejor equipo en la era Vergara que pretende arreglar trayendo a Chicharito.
La lista de jugadores que dejarían la institución ha desatado una justificada avalancha de críticas por parte de la afición más numerosa del fútbol mexicano (dato hoy en día muy dudoso).
Ante este panorama, la directiva filtró la noticia de que planean regresar al “hijo pródigo”, ese que ningunearon y casi lo orillan al retiro prematuro; el mismo que fue ignorado de la “generación dorada” que ganó el mundial Sub-17 en 2005.
¿Es suficiente con traer al “Chicharito” Hernández? Respondamos con un análisis.
Desmantelando Chivas, ¿un déjà vu?
La situación es clara: a Jorge Vergara le falta dinero, ¿solución? Desmantelar al equipo. ¿Cuándo vimos eso? Viajemos al año 2000, cuando el equipo era manejado por la Promotora Deportiva Guadalajara.
Salvador Martínez Garza (presidente de la Promotora) rentó a Chivas por diez años con 20 millones de dólares, de 1993 a 2003, pero en 2000 se dio cuenta que no le iban a salir las cuentas.
La Promotora (que rentaba la marca Chivas) tenía problemas financieros, ¿y qué hizo? Vendió a Claudio Suárez, “El Tilón” Chávez”, “El Pirata” Castro, Alberto Coyote, “El Cabrito” Arellano, “El Chima” Ruiz y hasta “El Tuca” Ferretti terminó yéndose.
“Me duele porque sé que fue deliberado, el desmantelamiento fue voluntario”, declaró el entonces presidente del equipo, Francisco Cárdenas, quien no tenía injerencia deportiva en el equipo, la Promotora tenía todo el control en ese sentido.
¿Qué pasó después? En 2002, antes de terminar el contrato de arrendamiento, llegó un empresario con millones en el bolsillo y la promesa de traer al “mejor entrenador del mundo” y hacer de Chivas el “mejor equipo del mundo” (suenan risas grabadas).
Jorge Vergara, empresario antes que seguidor de Chivas
El torneo que está por llegar verá a Chivas sin Rodolfo Cota, Oswaldo Alanís, Rodolfo Pizarro y posiblemente sin Alan Pulido, Isaac Brizuela y el mismísimo pastor: Matías Almeyda.
No suenan refuerzos, salvo, quizá, la posible llegada de Hugo González como parte del trato de Pizarro a Monterrey, un insulto total a Miguel Jiménez y toda la cantera del Rebaño, que tacharía a todos sus arqueros de inútiles.
Con los antecedentes ya citados, ¿qué esperar ahora en Chivas? Un nuevo desmantelamiento, no hay más. Algo nos debe quedar claro: Jorge Vergara es un empresario, antes que un seguidor del Rebaño.
Ni Chicharito sería la solución
La posibilidad de ver a Javier Hernández en Chivas es la esperanza de Jorge Vergara de callar las críticas hacia una directiva muy mal vista por el caso Alanís y los bonos incumplidos.
Si llegara “Chicharito”, sólo lo haría seis meses y, lo que es peor, de nada servirá su presencia en el campo si no cuenta con elementos en el cuadro que lo abastezcan de buen fútbol.
Estamos ante una interesante coyuntura, un punto crucial para toda la afición, el momento donde se presentan dos opciones: señalar con honestidad la brutal debacle del equipo o comprar la nueva playera de “Chicharito” y ser un chillahermano más.
Por la gravedad deportiva que significa el desmantelamiento de Chivas, la posible llegada (temporal, no olvidemos eso) de Javier Hernández es una simple cortina de humo que no debería ilusionar a todo aquel que se precie de ser aficionado del Rebaño Sagrado.