AARON RODGERS – Green Bay Packers.
Todo un habitual cuando se habla de los más valiosos. Lo de Rodgers ya ni necesita gran explicación. Es simplemente el alma del equipo. Y destaca siempre en los momentos más álgidos con su personalidad y factor vencedor. Díganme pues si eso no es valor.
La votación del MVP, sin embargo, toma en cuenta el desempeño a lo largo de la temporada. Y Aaron no puso su mejor cara que digamos durante la primera mitad.
Antes de que Rodgers liderara a Green Bay al título divisional de la NFC Norte con seis victorias consecutivas, los Packers marchaban con una marca de 4-6 y su lugar en la postemporada se veía por demás complicada con Lions y su buen paso. Su respuesta fue contundente e incluso se notó un cambio de actitud que nos recordó al mariscal que ganó el premio por primera vez en el 2011. ¿Suficiente? Tomando en cuenta que Aaron se echó el equipo a los hombros, sí. Pero no fue el único.
Hasta antes de comenzar esa racha de triunfos, la defensiva de Green Bay permitía una tremenda cantidad de yardas por aire. No mejoraron tanto en dicho departamento, pero sí taparon los huecos necesarios, especialmente en puntos recibidos. Caso muy similar al de la línea ofensiva. Es decir, Packers, como conjunto, conectó en el momento más crítico de su temporada. Fue una labor de equipo. Eso sí, capitaneada por Rodgers como líder indiscutible. En ese sentido, no sería descabellado (ni nos molestaría) que se hiciera de un tercer MVP en su carrera. Aunque agradan más las credenciales de otros candidatos.