Su nombre es sinónimo de grandeza y lo dejó plasmado en el último duelo cumbre por el título. Con una reacción heroica se sobrepuso a todo un panorama oscuro y al final obtuvo su recompensa: la gloria eterna. Después de festejar, los cambios llegaron a las águilas; jugadores importantes en la consecución del concurso se marcharon y en varias demarcaciones han quedado frágiles. Hay llegado hombres nuevos, pero su valía aún es una incógnita.
Lo obligado para América y sobre todo por su estirpe es buscar el mágico bicampeonato, pues sólo esto lo catapultaría como el mejor club del balompié azteca. ¿Podrán los dirigidos por Miguel Herrera reinar nuevamente?