Primera vuelta impecable
Los azulgranas fueron superiores a todos los equipos de la Liga Española. Demostraron una superioridad que difícilmente es cuestionada. El saldo es contundente: 18 victorias, un empate y cero derrotas. El único equipo que fue capaz de arrebatarle alguna unidad, fue el Real Madrid en la Jornada 7 en aquel vibrante empate a 2. Con 64 goles hasta ese entonces, la marca del Madrid de Mourinho podría romperse de seguir con ese ritmo tan ascendente.
Falta del míster
La ausencia de Tito Vilanova por el cáncer que padeció en la glándula parótida fue una situación de la cual no pudo reponerse el equipo culé. El mando de la escuadra la tomo su auxiliar Jordi Roura, que hizo lo que pudo mientras regresaba Francesc de su tratamiento en Estados Unidos. La encomienda a Roura no fue fácil sobre todo porque desde afuera se percibía que el Barça carecía de un líder en el banquillo para afrontar la parte decisiva del campeonato. La caída del equipo era cuestión de tiempo.
El abismo europeo
La Champions League fue la confirmación que el Barcelona necesitaba una transformación si es que querían volver a competir a tan alto nivel. Habían superado al AC Milán con una remontada anclados en la figura de Lionel Messi, pero ante un equipo más estructurado como el Bayern Munich, los azulgranas fueron un remedo de aquel equipo que dominó el futbol mundial: La cima del balompié estaba perdida. Era momento de replantearse hacia dónde iba el conjunto culé.
Liga que tranquiliza
La conquista de la Liga fue la manera más cautelosa de ocultar los problemas de fondo que atraviesa la institución. Es el momento de celebrar para los azulgrana sobre todo por la manera en que dominaron la competencia doméstica de principio a fin, pero es momento de que Sandro Rosell, jerarca del Barça, se haga una autocritica sobre su desempeño al frente del Barça. Él llegó con el equipo en la cima y lo ha perdido. Se vislumbra una época en donde habrá una reingeniería para regresar al club al más alto nivel.