Se llevó a cabo una edición más de Money in the Bank, evento que no prometía grandes momentos y que a pesar de todo ofreció algunos encuentros vibrantes con la victoria de Strowman.

La velada confirmó la aversión del Universo WWE a Roman Reigns, siendo uno de los puntos más flojos en todo el pago por evento.

Por otro lado, la rivalidad más esperada de los últimos años dio lo que podría ser su última pelea sin haber alcanzado el nivel que los fanáticos esperaban.

Hubo gratas sorpresas más allá de la victoria de Strowman y también profundas decepciones, aquí los aspectos que este redactor desea subrayar del último Money in the Bank.

La voz de la gente contra Roman Reigns

La batalla entre Jinder Mahal y Roman Reigns fue uno de los momentos más interesantes de todo Money in the Bank; no por la lucha, sino por la actitud de la gente a quien nunca le importó lo que acontecía en el cuadrilátero.

Transcurridos los primeros minutos, se dejó escuchar el grito al unísono de: boring! (“aburrido”) y this is awful! (“esto es horrible”) en una clara diatriba a Roman Reigns.

La pelea no ofrecía absolutamente nada; era un simple duelo entre dos sujetos con una rivalidad acartonada, al vapor, sin fondo. Un relleno en el cartel.

Uno de los gritos más interesantes del público fue el de: “Let´s go Cena – CM Punk”, en clara alusión a Money in the Bank 2011 celebrado también en Chicago.

Aquella batalla entre Punk y Cena fue quizá el último gran combate que ha ofrecido WWE desde entonces. El grito hizo que Jinder Mahal volteara al público para después sonreír.

En medio de una pelea extremadamente aburrida, se podía ver en las cámaras cómo la gente volteaba hacia un sector específico de las gradas, ignorando por completo la pelea.

Se trataba (según trascendió) de pelotas de playa que ya habían sido infiltradas en anteriores pago por evento pese a estar prohibidas. La gente simplemente no quería saber absolutamente nada de la pelea.

Esto hizo enojar a Jinder Mahal quien se dirigió a ese sector gritando: “¡yo soy el show!”, para después seguir dizque luchando con Roman Reigns.

El aburrimiento llegó a tal punto que se formó la ola entre la gente, algo que este redactor no recuerda haber visto en un evento de lucha libre.

Un momento interesante que demuestra cómo Roman Reigns y las empecinadas decisiones directivas son el caldo de cultivo perfecto para una fractura entre afición-empresa.

Una rivalidad que nunca levantó

Es una desgracia que la rivalidad Styles-Nakamura no haya dado el combate que todos esperábamos. La batalla del último hombre en pie parecía ser la redención de ambos y no fue así.

Queda demostrado que un buen duelo en New Japan Pro Wrestling jamás podrá ser un buen duelo en WWE, pues el entorno es completamente distinto.

Sinceramente, la estipulación no favorecía a los gladiadores pues algo que le da vida a la lucha son los giros inesperados, la posibilidad de ver ganar a cualquiera en un breve lapso de tiempo (como en Velveteen Dream vs Ricochet).

Pero esperar la cuenta de diez segundos ralentiza demasiado el ritmo de la pelea, lo que reduce la tensión y minimiza el efecto catártico que tienen las buenas batallas.

Nakamura demostró que el ring de WWE le ha quedado muy grande. Su paso por NXT fue prometedor, ahí vimos su mejor versión; pero tan pronto llegó a SmackDown se apagó.

Todo lo contrario AJ Styles, hoy es difícil pensar en un mejor Campeón de WWE; tiene carisma, popularidad y gran calidad luchística. ¿Quién será su siguiente oponente? Lo sabremos en las próximas semanas.

Es una desgracia que la pelea que muchos soñamos jamás haya llegado. No podemos culpar a WWE, aunque se tardó casi un año en ponerlos en el ring, al final los puso; ya no fue culpa suya que Nakamura no fuera el mismo de NJPW.

Una división femenil en ascenso

La llegada de Ronda Rousey a WWE le ha dado un gran impulso a la división femenil. La mejor prueba es que su pelea estuvo encima de la rivalidad Nakamura-Styles.

La lucha que tuvo contra Nia Jax fue mucho más entretenida que la de los dos previamente mencionados, justificando a la perfección su lugar semifinal en el cartel.

Rousey aún tiene algunos aspectos por mejorar, un tropiezo suyo al no ubicar las cuerdas nos hace ver que todavía no está acostumbrada al rombo de batalla; cayó de muy mala manera del cuadrilátero.

Lo que era ya de por sí una buena pelea, fluida y con cambios, de repente se puso mejor cuando Alexa Bliss decidió hacer efectiva su oportunidad por el título.

Indudablemente fue una gran pelea que dejó muy atrás a su antecesora. Es bueno ver que WWE está dando el lugar que se merece a una división femenil que ha hecho muy bien las cosas últimamente.

¿Por quién irá Braun Strowman?

La pelea por el dinero en el banco fue muy descafeinada. Nunca vimos esos grandes momentos épico-acrobáticos que han marcado a tantas ediciones de esta contienda.

El ingreso de Kofi Kingston por parte de The New Day hacía pensar que veríamos algo memorable; pero no fue así, todo transcurrió en una regular medianía.

La caída sufrida por Kevin Owens fue un pequeño elemento aislado que en nada contribuyó al resultado final de la pelea, siendo una simple escena anecdótica.

Quizá la escena que perdurará en la memoria fue la forma como Braun Strowman rompió una escalera con su cuerpo cual si fuera de cartón, más allá de eso no hubo gran cosa.

La pregunta es: ahora que tiene el maletín, ¿contra quién lo hará efectivo? El rival que se antoja es Brock Lesnar, pues éste ya va de salida y WWE urge un nuevo ídolo.

Summerslam puede ser el evento que marque la pauta; sería la última noche de Brock Lesnar con WWE, momento ideal para que “El Monstruo Entre Hombres” se convierta en el nuevo monarca.