De manera inesperada, el combinado mexicano terminó su participación en el Campeonato Mundial Sub-20 con tres derrotas, eliminados, vapuleados y sin siquiera meter las manos, completando así la peor actuación de México en mundiales juveniles.

Después de una época de bonanza en este tipo de categorías, ¿a qué se deberá debacle en juveniles? Veamos las claves de este pésimo momento.

Poco apoyo de clubes

El Mundial Sub-20 se empalmó con la liguilla, y por lo mismo, el equipo no estuvo completo casi hasta el arranque del torneo, y ese aspecto se notó demasiado. Es verdad que en el caso de Lainez era imposible tenerlo antes (aunque no lo usen en el Betis) pero el caso de Macías, por ejemplo, se pudo haber negociado desde antes con León, o tal vez ser un poco más rígidos con clubes como Monterrey que de plano negó el préstamo de Jonathan González. Si algo mostró esta Selección fue una nula idea colectiva, lo cual solo se soluciona con trabajo y tiempo.

Lo anterior, lo único que demuestra es la tremenda desunión que hay en la Liga MX, en donde cada quien jala agua a su molino, y éstos son los resultados.

Directivos desinteresados

Además de la desunión que ya comentaba, se suma al desinterés de los directivos por potenciar a los jóvenes mexicanos.  La Liga se ha llenado de extranjeros de poco nivel pero que sí representan importantes sumas de dinero en cuanto a primas y beneficios, negocio que le conviene a más de uno y del cual difícilmente se van a deshacer, dejando de lado el espacio para que los jóvenes se fogueen. De seguir las cosas así, me atrevo a decir que este no será el único mal resultado en mundiales juveniles, los triunfos no caen del cielo, se cosechan, y ciertamente, durante los últimos años no se ha sembrado mucho.

Poca mano de obra

Volviendo al tema de los jugadores, siendo sinceros, en esta Selección había pocas caras conocidas, por ahí a Diego Laínez y J.J. Macías, de pronto los más clavados habrán ubicado Misael Domínguez de Cruz Azul, pero fuera de ello, los demás eran jugadores muy poco fogueados, a quienes les pesó el escenario y nunca se sintieron realmente como mundialistas. Si bien tienen su grado de responsabilidad, me parece que son los menos culpables de este proceso tan mal llevado. Ni modo, es lo que hay.

DT a modo

Dicen los que saben de futbol que cuando un equipo tiene éxito, el aporte del DT es mínimo, pero cuando estos no caminan, la mayor responsabilidad es del que dirige desde la banda. Nunca antes, esta frase tuvo más valor que con el caso de Diego Ramírez, quien mostró una tremenda incapacidad durante los tres duelos mundialistas, pocas variantes, nulo sistema de juego, y poca respuesta al ver a su equipo en la adversidad, un verdadero cero a la izquierda, con razón le fue tan mal en Dorados.

Atreverse a decir que está en ese puesto por ser hijo de Jesús Ramírez es muy aventurado, pero realmente no se encuentra otra explicación para su contratación más que un compadrazgo o un «dedazo», y no es por ser repetitivo, pero cuando se toman decisiones así, no mereces más que fracasar.

Conclusión

La consecución de dos Mundiales infantiles y las buenas actuaciones en el Sub-20 llenaban de esperanza y hacían que cada Mundial fuera una vitrina para las joyas mexicanas, pero como es una costumbre, se disfrutó de la abundancia pero se dejó de trabajar en los que venían atrás, en el futuro; hoy todo apunta a que México está estancado en la generación de nuevos talentos. Dicha crisis terminará pegándole a la Selección mayor tarde o temprano. Pobres de los futuros técnicos del TRI, a ver si no terminan jugando con un montón de naturalizados.