Hace algunos días, Roberto de Assis Moreira, el hermano y representante de Ronaldinho reveló que su representado no continuaría como futbolista profesional, que estaba harto de las canchas y que no iba más, terminando así la carrera de uno de los astros más icónicos de los últimos tiempos.
Dede París hasta Querétaro, Dinho le dio vuelta al orbe como quiso y cuando quiso, con éxitos descomunales pero también rodeado por el escándalo y la polémica, claro, al más puro estilo brasileño.
Con dicho suceso, me parece que es el momento ideal para ver cuál es el balance de su carrera y el impacto en el fútbol moderno.

Ilusionismo puro

Las temporadas en que vimos a Ronaldinho en la cancha, al máximo en sus capacidades físico-atléticas y comprometido, nos topamos con uno de los mejores de la historia del fútbol, un jugador carismático, alegre y impredecible capaz de inclinar la balanza en los momentos mas hostiles.
Cualquiera es capaz de hacer dribbles de fantasía dignos de cualquier freestyler, pero quiero ver a aquel que hace una elástica en tres cuartos de cancha y la vuelve trascendental para desequilibrar a la zaga, esa, justamente, era la magia de Dinho, ser de aquellos futbolistas que toman riesgos en el momento adecuado y viven para contarlo.
Su exitosa etapa con el Barcelona fue un parteaguas para el fútbol moderno, no sólo dentro de la cancha, sino fuera, ya que su estilo vistoso y pro-espectáculo detonó que las marcas comerciales explotaran aún más la imagen de los futbolistas; el brasileño aparecía por todas partes.

La noche lo dominó

Como toda historia tiene su lado oscuro. Su desequilibrada vida fuera de las canchas afectó demasiado al astro, dejándome la impresión de que pudo ser mucho más de lo que hizo (y vaya que tuvo éxitos) si hubiera sido más disciplinado y centrado.
Si hacemos un poco de memoria, fue cortado del Barcelona al volverse una persona nociva para la plantilla, y de ahí en adelante ya sólo tuvimos ciertos destellos de magia, pero nunca regresó al tope que le vimos vestido de blaugrana. La magia seguía ahí, aparecía y alcanzaba para conseguir logros, pero su atención estaba en otro lugar, faltando a entrenamientos, y siendo tema habitual sus escapadas nocturnas. Cómo olvidar el numerito que se armó con el Querétaro en la Liguilla del fútbol mexicano cuando abandonó el estadio aún con el partido disputándose.

Un grande

Para muchos fue nuestro ídolo en su momento, pero no puedo dejar de sentir un amargo sabor de boca haciendo el balance general, y más por la forma en que se retira, ya dando más pena que gloria e incluso, se va sin siquiera tener equipo actualmente.
Su palmarés lo tiene todo, Champions, Libertadores, Copa del Mundo y varias ligas conseguidas, todo, ¿qué más se le puede pedir? Pues yo le habría pedido que terminara en el Top 3 de los mejores de la historia, que rompiera todos los estándares, pero él mismo fue quien se limitó. Sólo queda el recuerdo de grandes jugadas casi sacadas de spot televisivo en un derroche de magia pura.
En lo personal, me quedo con esa imagen suya levantando la Champions e inaugurando la era de dominio barcelonista.
Gracias por todo Dinho, gracias por devolverle el sentido a la frase jogo bonito.